07Mocomoco, 4 de noviembre de 2004

 

Y llegaron los difuntos:

 

Bueno la gran noticia es que he llegado a Mocomoco como siempre cargado hasta los topes, esta vez de juguetes y cortinas para la guardería, pero atención ¡no he pinchado!, aleluya, será que las dos ruedas nuevas que le he puesto al todoterreno son especiales como dicen acá para el campo. Son esas ruedas que no tienen cámara, eso sí por si acaso llevo dos cámaras nuevas para ponérselas. Esta vez traía conmigo al cortinero, que se quedó alucinado al ver el número de niños que me esperaban, y cómo colaboraban. La gente dice que dentro unos años estos niños no van a parecer bolivianos, lo dicen porque trabajan gratuitamente y sobre todo porque son puntuales, ya veremos, poco a poco.

 

Las misas como siempre llenas de niños y ya empiezan a llegar los jóvenes, el grupo de 14 a 18 años ya cuenta con 20 jóvenes, un regalo de Dios. Y lo mejor de todo es que me acuerdo mucho de San Matías cuando llegaba la paz, los niños subían al altar a darme la paz, pues ahora vienen al altar los niños y me dan besos y abrazos, vamos que todo un milagro para un aymara, dado a pocas muestras de cariño. En especial ha sido bonito que una niña de cinco años me ha dado un abrazo y se ha colgado de mi cuello. También sigo enseñándoles canciones, ahora me he aventurado y les enseño canciones con gestos, al principio un poco cortados pero luego se van soltando. La iglesia ya está medio llena a diario pero llena de niños y jóvenes, los adultos sólo aparecen de vez en cuando, pero ya no me preocupa, he hecho la opción por los niños, una opción de futuro. Bueno los adultos aparecen para pedir, ya no me enfado pero les digo que con los 50 $ que me dan al mes no puedo colaborar con camisetas ni comprar ovejas para el equipo que gane, etc…, la gente no cree que sea esa la cantidad la que me dan, pero así es. En España me quejaba pero acá que le vamos a hacer. Vamos que gano lo mismo que le voy a pagar a la cocinera de la guardería, el salario mínimo. Claro que teniendo en cuenta que la renta per cápita de la zona es de 800 bolivianos al año (100 $) uno no se puede quejar. La situación es que al ver que la guardería está casi amueblada la gente viene a pedir trabajo. Y es que pensando que con un par de sueldos de la guardería cubre la renta per capita de un año es normal que la gente venga a pedir trabajo.

 

He comenzado a pedir ayuda para conseguir dar de comer a los 40 niños, a los 100 niños el desayuno escolar y la ayuda con alimentos como azúcar y arroz a las familias de los niños de la guardería. He escrito a Ayuda contra el hambre de Puerto Rico, ya veremos en qué queda la cosa. Por supuesto espero que de la parroquia San Matías pueda recibir ayuda, vamos que es con lo que tengo en la mano de momento. Hoy pregunté en la catequesis a los jóvenes que al día cuantas veces comen fruta, se quedaron callados todos.

 

Hoy el tema de la catequesis eran las bienaventuranzas, cuando llegué a la bienaventuranza de dichosos los que trabajan por la justicia les conté un ejemplo: Cuando iba de campamentos en España muchas veces a los niños teníamos que decirles o mejor que obligarles a comer, y muchas veces se tiraba comida, que los niños no les gustaba la comida o no la querían, y a veces había que castigarles para que comieran. ME HUBIERA GUSTADO QUE ESTUVIERAN ACÁ PARA VER SUS CARAS DE EXTRAÑEZA Y ASOMBRO TODOS EN SILENCIO. NO ES JUSTO QUE UNOS TIREN LA COMIDA Y OTROS NO LA TENGAN A SU ALCANCE. Acá algo que no sucederá en mucho tiempo es tener que obligar a un niño a comer, eso es algo impensable, se les pone el plato de sopa, papa y maiz, o fideo, y se lo comen, nadie dice nada, comen sin más. Cuando voy a las comunidades les doy parte de mi comida y nunca me han rechazo, al contrario te lo aceptan como un regalo.

 

Cuando acabo de poner el cine por la noche muchos niños se quedan a colocar los bancos, pero yo creo que aparte de la buena voluntad, se quedan porque saben que a los que ayudan al final les voy a regalar un caramelo, sí uno solo, pero cuando se lo doy me dicen ¡gracias padre! Les doy un caramelo, ya saben que nuestros niños españoles se atragantan a golosinas, estos con un caramelo son felices. Que injusta es esta vida. El día que este mundo de la vuelta y nos tengamos que poner en la piel del otro va ser algo muy divertido. Otro ejemplo, hoy invité a cenar a unos jóvenes porque esto de cenar y comer solo no me gusta, pues bien, les preparé una sopa maggi, unos huevos con chorizo (acá a las salchichas le llaman chorizo) y les di de postre unos melocotones en almíbar, ellos me dijeron que era una cena muy buena que ellos suelen cenar un tecito con un pan.

 

El domingo la iglesia estaba hasta los topes, la gente dice que había más personal que el día de la fiesta, y es que vienen cada vez más campesinos de las comunidades cercanas. También como ya es costumbre me llevé a los niños a Putina donde se encuentra la piscina de las aguas termales, en esta ocasión me llevé a 30 niños y algunos jóvenes, he llegado a un acuerdo con el señor que cuida la piscina que me cobre 50 centavos de boliviano. O sea que por menos de cuatro euros pasan todos. Los niños se lo pasan de miedo, a la vuelta cantan las canciones que les he enseñado para la misa, tendrían que ver cantado el señor ten piedad en el coche, yo les digo que esa no la canten que hay otras más alegres pero es que son tremendos. Acá hay tantas cosas surrealistas, que uno termina con el tiempo por no extrañarse de casi nada. A un niño que vi con sus zapatos rotos le dije ¡tal vez en navidad tengas unos nuevos! El me contestó, que va habrá que aguantar con ellos.

 

Y como decía al principio, llegaron los difuntos, acá es muy original la manera de celebrar esta fiesta porque de lloros nada, se lleva comida al cementerio, se hacen panes con figuras (pajaritos, caballos, escaleras,…) se coloca todo en la tumba del difunto, también la comida que le gustaba, (vaya paradoja de la vida, pues sólo comen papa, maiz, y fideo, pero bueno) compran refrescos y el alcohol y a tomar se ha dicho. Se valora mucho a los difuntos, hay que honrarlos, y celebrarles misa, y como vienen los vecinos de La Paz aprovecharemos para sacarles la plata para la parroquia, que las colectas de los domingos son para morirse de risa. Cómo ya he dicho en otros correos, a veces no alcanza ni a un euro. Pero esta vez habrá que estar listos y que “vivan” los difuntos que así podré pagar la luz de la parroquia.

 

También he aprovechado la semana para visitar comunidades que no conocía, pero esta vez me ha tocado caminar, pues dos de ellas están tan metidas en las montañas donde el todoterreno no llega. Y he tenido una experiencia muy bonita, pues el día de todos los santos el evangelio era la bienaventuranzas y al estar leyéndolas y tener delante a la gente de las comunidades era como si estuviesen escritas para ellos “Dichosos los que sufren, los que lloran, los que pasan hambre…” Les he dicho, estos son ustedes y tienen que estar felices en aymara “kusisita”, era muy fácil predicar con este texto bíblico. Pero la experiencia bonita ha sido que al finalizar la misa en una de las comunidades una mujer mayor me ha pedido que le imponga las manos porque le duele el estómago y el corazón, yo le he impuesto las manos y he rezado por ella, y al segundo tenía a una fila de personas pidiendo que les impusiera las manos, yo les he dicho que sólo si estaban enfermos y todos me decían que estaban enfermos de algo, por un momento me he sentido un poco agobiado pero al ver la fe de estos campesinos he rezado por ellos y he entendido como se pudo sentir Jesucristo cuando se le acercaban los enfermos, claro que yo no curo como lo hacía Él, pero ojalá que pudiera porque esta gente es bien pobre y pagarse un médico es imposible ya que la sanidad es pagada. Y al regresar a casa como siempre estaban esperando los niños y uno de ellos se ha acercado a regalarme una lima, nunca he probado esta fruta al natural, pues bien, ha pelado su lima y me ha dado media a probar. Por cierto en las comunidades me han regalado refrescos, panes y plátanos, y estos regalos viniendo de ellos, sabiendo el esfuerzo que hacen son algo que te llena de satisfacción. Esto de que los pobres te regalen cosas me deja el corazón indefenso.

 

A veces creo que al padre le tienen excesiva adoración, me refiero a los campesinos de las comunidades que no tienen nada que ver con los adultos de Mocomoco, y es que muchos quieren que los toque, se acercan a saludar con mucha reverencia supongo que influirá que ven a un sacerdote tres veces al año. Ellos me dicen que se alegran de que me pare a hablar con ellos, que conmigo se puede conversar.

 

Como original decir que está lloviendo bastante, y cuando llueve parece que es el fin del mundo porque los tejados de las casas, también la mía, son de calamina, como una Uralita pero de metal, y al llover parece que la casa se te va a caer encima. Llevamos tres días sin agua, otra cosa surrealista, pero bueno; y para colmo en una tormenta se ha ido la luz, estos son los inconvenientes de la misión, lo cierto es que quedan muy lejos las comodidades de vida de mi querida España. Ciertamente que esto de ser misionero cuesta un poco y hay que ser fuerte, y sino buscar la fuerza de donde sea, digamos que acá uno está frente a la realidad, y tiene que actuar y salir adelante como sea, quizá eso te hace sentirte fuerte y te hace crecer. Pero quizá lo que más cuesta es el sentimiento de que detrás de ti no hay nadie que te vaya a sacar las castañas del fuego, quizá por eso todo se vive como muy vital.