08 Mocomoco, 8 de noviembre de 2004

 

En la frontera con el Perú:

 

Esta mañana salí de Mocomoco a las siete de la mañana con rumbo a las comunidades que tengo en el límite con el Perú, por un lado tenía ilusión por eso de acercarme a la frontera, y por otro lado andaba un poco en alerta porque sabía que iba a estar a cinco mil metros de altura, y sinceramente nunca he estado tan alto y no sabía como iba a reaccionar mi cuerpo.

 

Para empezar tuvieron un detalle muy bonito los catequistas jóvenes de Mocomoco, pues me dijeron que me iban a acompañar, claro que a mitad de camino recogeríamos a dos catequistas adultos que nos iban a hacer literalmente de “sherpas”, luego les diré la razón.

 

Antes de nada decir que lleva dos días lloviendo sin parar, yo no paro de pedirle a Dios que pare, porque temo no poder salir de aquí, y no quiero ni pensar que será cuando llegue la época de lluvias que dicen que es peor, supongo que será una repetición del diluvio.

 

Pues bien si con sol y seco hay que tener cuidado cuando se conduce ¿qué decir cuando llueve y hace niebla? Pues que hay que tener mucho cuidado. Logré salir del valle y llegar al altiplano donde estaba un poco más despejado y al final con ayuda de los catequistas llegamos a Esquillani después de tres horas en coche. Esquillani es una comunidad en la que sus habitantes han estado sin nacionalidad durante varios años porque ni Perú ni Bolivia querían hacerse cargo de ellos. Puedo decir que hacía seis años que no veían a un sacerdote, pues el anterior sacerdote no llegaba hasta aquí. Pero me ha sorprendido que sabían contestar en la misa, el catequista todos los domingos celebra la Palabra. Después de la misa, incluido un bautizo, marchamos a Huyrachani, si hubiese sabido lo que me esperaba me hubiera vuelto para casa, pero uno desconoce el futuro.

 

Llegamos hasta donde el coche pudo, el todoterreno se calaba en primera, y decidí dejarlo abandonado y seguir a pie. Pregunté si quedaba lejos la comunidad y el catequista del lugar que había salido a recibirnos me dijo “que aquisito” la mayor mentira que he oído en mi vida. Cuando en Bolivia te dicen aquisito es por lo menos una hora andando.foto Comenzamos a subir las montañas y cuando llevábamos andando unos cuarenta minutos se oye una tormenta a unos quinientos metros, pero parecía que iba de costado nuestro, vamos que creía que no nos agarraba, el catequista del lugar me dice “lo mismo nos agarra la tormenta”, claro el “lo mismo” yo lo entendí como que tal vez si, o tal vez no, ¡pero que va! lo que quería decir es que me preparara que la tormenta esta al caernos encima. Por si fuera poco caminar a cinco mil metros de altura no era poco empezó a granizar, Dios mío que experiencia, a esta altura hace mucho frío, además el granizo cuando impactaba en la cabeza hacía daño, yo le pedía a Dios que parara, pero se ve que esta ocasión estaba ocupado con otros menesteres, porque no solo no paró sino que arreció más fuerte, de repente las montañas se cubrieron de blanco, los pantalones se empaparon y estaban tan fríos que con el roce de la pierna te dolían, y en ese momento le pregunto al catequista ¿dónde queda la comunidad? Me contesta que aquisito, en ese momento no lo maté porque mis manos estaban congeladas de frío, pero si le dije en un tono de pocos amigos que me diera la distancia en metros, me dijo que en veinte minutos llegaríamos, vaya calvario que hemos pasado. En medio de ninguna parte encima de una montaña y muerto de frío, les dije que cuando llegáramos que nos hicieran un buen fuego para calentarnos. Claro que allá no llega la luz, ycomo no hay vegetación, lo único que crece a esa altura son los cardos. Total que uno de los catequistas me dijo que en la comunidad cocinan con excrementos de llama, yo mientras me moría de frío intentaba imaginarme el calor que puede dar eso. Total que llegamos a la comunidad y la gente estaba reunida en la capilla, sin más empezamos la misa, con toda la ropa mojada, yo quería acabar como fuera y calentarme de alguna manera, agudicé el ingenio y cuando les iba a regalar un rosario les dije, “les regalo un rosario si me hacen un fuego” pues yo no se de donde sacaron la paja pero en un rincón de la capilla amontonaron la paja y le prendieron fuego, y ahí estuve diez minutos intentando que se secase la ropa. Después como siempre me ofrecieron un plato de arroz y papa, esta vez con carne de llama matada para la ocasión. Comí y me despedí pensando en volver cuanto antes al coche y poner la calefacción hasta arder el coche. Se supone que tenía que visitar otra comunidad que estaba una hora más allá andando, pero sólo de pensar que me esperaban dos horas y media de vuelta si iba a esa comunidad y con el frío que hacía, lo siento, pero pedí que me disculparan que me volvía a casa, total si han esperado seis años a un cura podrán esperar un mes más, vamos eso creo yo. Y al volver en coche de nuevo la lluvia y la niebla, total que a las siete de la tarde estaba entrando en Mocomoco y mis niños esperándome para que les pusiera el video, pero se debe ver que tenía cara de cansado que uno de los monaguillos me ha dicho, “padre vete a dormir”, vamos que casi me lo como a besos.

 

Yo siempre he dicho que he admirado a los misioneros porque me parecían como la primera línea de batalla, ahora estoy viviendo la dureza de la misión en mi propio cuerpo, y aparte de la dureza de la soledad, la de sentirte extranjero, la barrera del idioma y la cultura, el estar lejos de tu patria, ahora se une la dureza física, porque hoy no sólo he pasado frío sino que las tres horas en el todoterreno por estos caminos te dejan la espalda molida.

 

Hoy es domingo y amaneció soleado, vaya paradoja, porque después de lo que pasé ayer, y esta noche de nuevo está lloviendo. Hoy aparte de la misa en el pueblo he visitado dos comunidades cercanas, se han venido conmigo cuatro de los monaguillos y nos lo hemos pasado en grande, me hacen reír de lo traviesos que son me recuerdan a mi cuando era monaguillo, por eso no les regaño mucho, pero son tremendos. Para no variar se ha ido la luz, pero como les había prometido a los niños que veríamos video, pues he arrancado el motor de gasolina no sin esfuerzo, porque es un poco viejo el pobre, y hemos visto la película de Peter Pan, les ha gustado mucho. Ahora el pueblo parece Londres por la niebla que hay. Ya he convocado a los padres que tengan niños de 1 a 4 años para una reunión el viernes para tratar el tema de la guardería. Mañana si Dios quiere y los caminos lo permiten iré a La Paz porque espero poder recoger mis papeles de residencia.

 

Unidos en la oración.