11 Mocomoco, 29 de noviembre de 2004


Es tiempo de ejercicios “mente sana y cuerpo sano”:


Esta semana de nuevo ha sido un poco atípica y expuesta a fuertes experiencias como casi todos los días por estas latitudes.
En primer lugar la comunidad internacional de El Alto hemos estado reunidos a las afueras de la Paz para vivir un tiempo de descanso y meditación.


Yo era el encargado de conducir los ejercicios espirituales. Es la primera vez que hablo a sacerdotes en ejercicios, pero los miedos iniciales se disiparon cuando les dije a mis hermanos que era la primera vez que hablaba a sacerdotes, ellos me dijeron ¿entonces que haces con nosotros cuando hablamos? Tienen razón lo que ocurre es que esto de los ejercicios como que uno se lo toma muy en serio. Para empezar celebramos que nos encontrábamos los cuatro de nuevo desde el pasado 11 de noviembre cuando celebramos mi cumpleaños.

Toda la tarde del lunes la dedicamos a hablar de lo que estamos realizando en nuestras parroquias, pues aunque estemos separados llevamos una misma línea de pensamiento y acción, ¡con ellos es tan fácil hablar de la vida, de lo que me preocupa, de los proyectos, de los miedos en la misión!. Es bonito porque tenemos una gran sintonía, además las manos siempre está dispuestas para ayudar al otro, cierto que podemos ser un tutti fruti, pues un eslovenos, un libanés, un peruano y un español, no deja de ser una comunidad atípica, pero no por eso se siente la soledad y la lejanía. Hay tanto en común que es muy fácil la comunicación y el compartir. Doy gracias a Dios por ello.

En la primera eucaristía, el P. Abdo dio las gracias a Dios porque me he unido a ellos, pero lo que
me llegó al alma fue que dijo que en esta comunidad yo aportaba la alegría, la sinceridad y la transparencia.

Hemos estado meditando sobre dos documentos de la Iglesia sobre “La eucaristía en su relación con la Iglesia” y “Quédate con nosotros” Carta apostólica para el año del a eucaristía. Yo quisiera resaltar un texto que me llamó tremendamente la atención, porque así lo vivo:

Cito literalmente:

“El apóstol Pablo, por su parte, califica como indigno de una comunidad cristiana que se participe en la Cena del Señor, si se hace en un contexto de división e indeferencia hacia los pobres (Cf. 1 Co 11,17.22.27.34)” Y se cita un texto de San Juan Crisóstomo un santo padre de los primeros siglos de la Iglesia:

“¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues cuando lo encuentres desnudo en los pobres, ni lo honres aquí en el templo con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo dijo: “esto es mi cuerpo”, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: “Tuve hambre y no me disteis de comer”, y mas adelante:
“Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mi en persona lo dejasteis de hacer (…)” ¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo”.

Y digo que me llama la atención porque es como si estuviese escrito pensando en esta tierra. En primer lugar yo me encuentro a Cristo en cada comunidad que visito pobre, desnudo y hambriento, y en segundo lugar el cáliz que tengo para celebrar la misa, seguro que en un tiempo debió de ser algo parecido a un cáliz de oro, hoy es una mezcla de color amarillo y plateado, que cuando lo limpio si le doy con fuerza lo desatornillo. Pero me alegro de ello, porque no podría soportar celebrar con oro teniendo delante a gente, a hijos de Dios que no comen, ni calzan como debieran. Hoy vi a Cristo con sus alpargatas rotas, había caminado seis horas para venir a misa y tenía rota una de las tiras. Claro que la suela estaba fina. Le he acompañado a comprar otras nuevas. Para empezar las antiguas ya no eran su número. Me han costado 10 bolivianos, o sea un euro, la criatura en cuestión me ha dado las gracias. Pero ¡cómo decirlo!, para mí ha sido un gesto bien sencillo que no merece gracia alguna sobre todo porque yo tengo cinco pares de calzado, mientras que este hombre era lo único que tenía.
Y después del ejercicio de la mente y del corazón tocaba el del cuerpo:


Desde la parroquia hemos patrocinado un campeonato de fútbol sala para niños, jóvenes y adultos juntamente con el colegio. La gran sorpresa es que el equipo de padres me ha pedido que juegue con ellos, yo que soy consciente de que a esta altura jugar es arriesgado he aceptado jugar pero de arquero (portero), por suerte me he defendido bien, de hecho de los siete partidos jugados hemos perdido dos, justamente con los que han quedado primero y segundo. La gente me ha dado las gracias por los regalos, pero sobre todo por jugar con ellos. Quizá lo más positivo es que me he acercado a los adultos y creo que todo va a marchar mejor de ahora en adelante, de hecho se han acercado muchos y me han pedido que los case. La situación es que muchos están casados por lo civil, pero no por la Iglesia. Claro que también me han pedido que bautice a sus hijos, sin exagerar ya tenemos para finales de diciembre más de 40 bautizos.


También he tenido una reunión con los papás de los niños de la guardería, si Dios quiere empezará a funcionar este 1 de diciembre. Y lo cierto es que hay varias cosas asombrosas. Una
que la gente me ha dado las gracias por la guardería, recuerdo que me dijeron que nadie me daría las gracias por lo que hiciera. En segundo lugar, que las madres me han dicho que no sólo van a venir un día a colaborar cuando les toque, sino que al principio estarán colaborando gratis por lo menos una semana hasta que los niños se acostumbren.

Y por último hoy vino una mujer y me regalo otro bizcocho y una mamá vino y me regaló flores. Se agradecen mucho estos gestos. De los niños como siempre ya no sólo me acompañan sino me llevan de la mano, me abrazan y ya dan besos con normalidad. Poco a poco se van dando pasos. Claro que no me olvido de los niños de las comunidades, mucho más pobres si cabe que los que tengo en Mocomoco.

Casi se me olvidaba, hemos comenzado el tiempo litúrgico de adviento, y claro yo preparé una corona de adviento y les dije a los niños que si querían podrían preparar una corona, lo dije por si colaba, pero la sorpresa este domingo es que antes de la misa aparecen con unas 15 coronas de adviento, me ha hecho mucha ilusión ver sus pequeñas coronas todas adornadas con flores. Me hace ilusión porque hay eco en lo que les digo. Por la tarde he visitado una comunidad cercana y de nuevo me he llevado a siete niños que se empeñaban en acompañarme, si por ellos fuera necesitaría un coche más grande porque he dejado algunos en casa.

Doy gracias a Dios por estos pequeños gestos.
Unidos en la oración