41 Mocomoco, 27 de noviembre de 2005.

Velad porque no sabéis la hora en que llegará el dueño de la casa:

He estado varios días en la ciudad de La Paz esperando a que llegara el viernes para asistir a la clausura del Sínodo de la Diócesis de El Alto. Me he quedado tanto tiempo por este motivo porque sino a media semana habría salido para la misión pero el Obispo de la Diócesis quería verme para tratar un asunto. Mientras tanto aproveché para realizar las compras de navidad juguetes, dulces, etc… pues este año tengo dos parroquias a las que regalar juguetes, más o menos vendrán unos 500 niños a por su juguete el día de navidad y los más afortunados recibirán su abrigo, los 300. Cuando estoy comprando los juguetes aparte de regatear hasta el cansancio pienso en las caras de los niños al recibir su juguete y eso me anima a seguir regateando el precio para poder conseguir algunos más.

Y llegó el viernes, fui a la clausura del Sínodo y el obispo me pidió que elaborara una guía litúrgica para toda la Diócesis, él dice que soy el único que tiene estudios de teología dogmática y que le haga este favor, yo le he dicho que no me niego pero que el tiempo es un serio inconveniente. Después de la presentación del plan pastoral para los próximos cinco años he salido del encuentro como diríamos, a la estampida. El encuentro duraba dos días pero yo creo que tampoco es que mi presencia sea imprescindible. Cargué el coche y rumbo a la misión con tan mala suerte que llegando a Italaque he pinchado, de noche, lloviendo y en medio de la montaña. Cuando estaba encima del coche sacando la rueda me preguntaba por mi mala suerte con los pinchazos. A la salida de Italaque el coche tenía que pasar dos zonas que estaban muy embarradas, el coche se me ha girado dos veces pero gracias a Dios he llegado a Mocomoco. Los niños y jóvenes me han ayudado a descargar, y luego hemos preparado una sopa y unas latas de sardinas para cenar todos juntos. Por cierto, ya me compré la faja porque los riñones no quiero saber como están, pobre al que se los tenga que donar.

A la mañana hemos comenzado con la escuela de fútbol para las chicas. Yo miraba sus pies y veía las albarcas, las sandalias típicas de esta zona. Total que cada vez que golpeaban la pelota iba como archivo adjunto la albarca. No he sacado ninguna foto pero sus indumentarias deportivas distan mucho de lo que se supone que debe de ser lo adecuado para la práctica del deporte, pero no importa porque la ilusión que ponen, la atención y sobre todo sus risas compensan una vez más las deficiencias materiales. Entrenando a estas chicas recordaba los tiempos en los que entrenaba un equipo de fútbol sala femenino en Burgos cuando era seminarista, claro que el único parecido era que eran mujeres. Es gracioso que ha venido una mamá con su bebé y quería jugar, total que ha puesto al bebé al borde del campo de fútbol y se disponía a jugar, le hemos dicho que va a estar en la escuela pero que espere un poco por ella y por su bebé.

A la tarde me han invitado a la reunión de la Junta de vecinos, es la primera vez que lo hacen. Cuando me han cedido la palabra les he informado de los proyectos que tenemos en la parroquia, de las fuentes de financiación y de las ideas que tengo para que el pueblo marche un poco mejor. Al final me han dicho que es la primera vez que alguien les informa sin que se lo reclamen, que están muy contentos conmigo, lo que hago por los niños, que se alegran de que haga tanto con tan poca plata, que piden perdón por no venir a misa todo lo debieran, que me ven como alguien cercano y no metido en una cueva y al final han pedido un aplauso para el padre.
Toda la noche ha estado lloviendo y yo sabía que tenía que ir a Italaque a celebrar la misa, recordaba las zonas empantanadas y no me hacía mucha gracia. Para qué voy a mentir tenía un poco de miedo. Pero como no me han arreglado el pinchazo hasta las 9:30 ya no me daba tiempo para ir y venir a Mocomoco, menos mal. He aprovechado para comprar carne porque han matado una vaca y allí estábamos todos haciendo la fila. He celebrado la misa y nos hemos puesto a cocinar, poco a poco vamos innovando en las comidas de los domingos y cada día todo está más rico, hoy hicimos espaguetis con carne y patata para 43 niños.

A media tarde vino una mujer y nada más entrar en la casa comenzó a llorar, y me dijo que no sabe que hacer, que incluso ha pensando en el suicidio, que venía a hablar conmigo porque sabía que la iba a escuchar. Su hijo, un joven que está en La Paz ha caído en las redes del alcohol y no hay manera de hacerle comprender el mal camino que ha elegido. La mujer se siente impotente ante esta situación y no sabe qué hacer, digamos que ha cargado sobre sus espaldas el fracaso de su hijo y ella se ve fracasada como madre. Yo le he hecho ver que no es así, que tiene otros cuatro hijos estupendos y que tiene que luchar por ellos, que este al fin y al cabo su hijo ya está viviendo su vida y ya es mayor para darse cuenta de lo que está haciendo.

Para colmo me he enterado de un caso de una madre que se cansó de que su marido le pegara y se ha marchado, lo malo es que se ha llevado a dos hijos y ha dejado a otros dos menores de cinco años en casa. Los dos pequeños están en la guardería y esta semana no paraban de llorar. Ya es el segundo caso en el que pasa esto, tenemos cuatro niños en la guardería abandonados por sus madres.

A la noche una señora había preparado una tarta, aquí dicen torta, con motivo de mi cumpleaños, pues no pudo estar ese día, y después de la película de la noche nos la hemos comido entre treinta niños, a la tarta no a la señora, hay hambre pero mantenemos unos mínimos. Quizá fue bueno acabar el día con sabor dulce en la boca.

“De las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas, y no alzará la mano pueblo contra pueblo” Esta era la lectura del profeta Isaías de este lunes, y una vez más la Palabra de Dios mantenía su actualidad y vigencia. Digo esto porque una señora, que esta noche si Dios quiere dará a luz a un niño, fue golpeada en el estómago por uno de sus familiares. La señora es joven, viuda y ya tiene cuatro hijos pequeños. Llorando me decía que si le pasa algo a ella, que va a ser de sus hijos, yo le he dicho que yo se los recojo pero que no le va a pasar nada. Le he dado ropa de bebé porque no tiene nada para el que va a nacer.

Lloraba porque se ve impotente ante el desprecio de su propia familia, ante la situación de cinco niños que sacar adelante. Incluso me ha planteado la posibilidad de que me lleve al que va a nacer y lo demos en adopción. Yo le he dicho que la parroquia mantiene a ocho bebés y uno más no se va a notar, que lo sacaremos adelante. Pero cuando leía la lectura me preguntaba que cuando llegará el día en que en este mundo no haya violencia, cuando se dejará de gastar tanto dinero en armamento, cuando llegará el día en que cuidemos más a los seres humanos que a nuestras mascotas, digo esto porque leía esta mañana que se necesitan 13.000 millones de dólares anuales para cubrir las demandas nutricionales y sanitarias básicas, y que entre Europa y EE.UU gastan 17.000 millones en la alimentación de mascotas domésticas. No digo que no se alimenten a los animales, pues son criaturas de Dios, pero creo que antes están los seres humanos.

A veces veo la situación de nuestra misión, la analizo detalladamente y me doy cuenta de que no soy capaz de resolver los graves asuntos de mi zona, el alcohol, la violencia contra las mujeres, la desnutrición de los niños, las carencias de ropa y medicinas, y a veces pienso que solo estoy colocando parches momentáneos, claro que esos parches algo hacen, pero la rueda sigue pinchada. Siento que los problemas son de mayor envergadura, o que quizá habría que intentar buscar las raíces más profundas de estos problemas. Sé que la formación de la gente es algo primordial, pero también veo que alcohol, violencia y hambre están interrelacionados, y de alguna manera hay romper ese círculo destructivo. Se que no hay soluciones mágicas a este problema, pero de alguna manera debe de haber un punto débil en este círculo para que por fin se pueda caminar en línea recta y no en círculos permaneciendo siempre en el mismo lugar de miseria.

Pero a pesar de todo hay que mantener viva la esperanza que para eso estamos en adviento. Estamos preparando la fiesta del primer aniversario de la guardería de Mocomoco “Virgen Milagrosa”, mataremos la alpaca que gané jugando al fútbol y adornaremos con banderitas y globos la guardería. Este logro es de todos ustedes nunca lo olviden, al menos tenemos cincuenta niños que no pasan hambre, que juegan con juguetes y que están cuidados sanitariamente. Y hoy vino el director del colegio a pedirme que continúe con los desayunos escolares para el 2006. Yo le he dicho que agotaremos el dinero que nos queda y que de nuevo presentaremos el proyecto en España a nuestros hermanos de Amigos en Marcha.

Unidos en la esperanza

Diego J. Plá cm