48 Mocomoco, 1 de julio de 2006.

 

En los pobres yo te vi:

 

En menos de una semana de estancia en Bolivia ya tengo experiencias de las que quedan grabadas a fuego en el corazón. Resulta muy emotivo que dos ancianas se me acerquen y me digan en aymara, ¿Dónde te has perdido padre? ¡te hemos llorado este tiempo! Y es que a mi vuelta he podido comprobar como verdaderamente estas gentes me han extrañado. Qué doloroso esto de estar entre dos continentes con gente que te ama. Llegué a media tarde y me dicen que no hay casi nadie en el pueblo porque han dado vacaciones en el colegio, y casi todos se han ido a trabajar a la zona tropical, y yo pensé ¡vaya yo acorto mis vacaciones para llegar a la fiesta de la parroquia y resulta que no hay gente! Pero estaba equivocado, pues en la misa de la noche la iglesia estaba llena. Al día siguiente, tuvimos el concurso de bailes tradicionales y hubo siete grupos que encandilaron a los habitantes por su colorido y riqueza cultural. Después tuvimos la misa y hubo que traer los bancos de la guardería porque la iglesia se quedó pequeña. Una vez concluida la misa tuvimos la procesión con tambores y con la música tradicional. Vamos todo un éxito de fiesta, viva la improvisación.

 

Al día siguiente salí para visitar una comunidad, y como siempre el camino no llegaba hasta la comunidad por lo que hubo que caminar un poquito. He notado que todavía era pronto para estar caminado, pero paso a pasito y con tranquilidad hemos llegado. Celebré la misa y después pude comprobar de nuevo la generosidad de estas pobres gentes al compartir lo que tienen conmigo, por supuesto atrás quedaron las chuletas de cordero, el conejo al ajillo, y toda nuestra cocina tradicional, y no queda otra que la vuelta al arroz y a la patata, yo me lo comí todo pues creo que hay que dejar de jugar a ricos y pobres, pues se que en mi casa a la noche me puedo cocinar alguna cosita mejor, pero si verdaderamente uno está entre los pobres tiene que vivir como ellos. Me iba a marchar y me vistieron con traje típico y Me vistieron con traje típico y me hicieron bailar co ellos. me hicieron bailar con ellos. Ya regresando a la parroquia me encontré en el camino con Dino y Maritza, me detuve y le di un beso, más allá estaba su madre recogiendo maíz, al acercarse veo que su mano está mal, se la miro, la mano está muy hinchada y con un color muy feo, le digo que esa mano la tiene que mirar un médico, la señora me dice que le han dicho que tiene que ir a La Paz. Claro, que para ir a La Paz, hay que tener dinero para el viaje y para el médico, conclusión lleva quince días con la mano mal rogando a Dios que se lo cure. Llegué de noche a casa y la señora no se me iba de la mente, a la mañana tenía que visitar a otra comunidad que está en la dirección opuesta a donde se encuentra el hospital más cercano. Pero como dice San Vicente, dejara a Dios por Dios, nada más levantarme cojo el coche, y me voy a la casa de la señora, nos vamos al hospital, le hacen una radiografía, tiene rotura en uno de los huesos de la muñeca y desplazamiento de otro hueso, hay que internarla y la mujer dice que quien va a cuidar de sus hijos. Le han fijado el brazo con una cosa parecida a una férula, por decir algo, y el martes tendrá que ir a que le operen la mano. En el ínterin me fui a visitar la comunidad, casé a cuatro matrimonios, realicé dos bautizos y de vuelta al hospital a recoger a la señora y camino a Mocomoco, total 215 km por estos caminos de Dios, de ocho de la mañana a ocho de la noche. Muy cansado pero feliz de saber que he ayudado a una mujer pobre en un momento muy delicado de su vida. Y alguien podría preguntar ¿cómo se hizo lo de la muñeca? Ella dice que se cayó, pero en el coche y llorando me dice que su marido quería tener sexo con ella, y ella dijo que no, tiene 44 años y siete hijos, la quiso tirar por el balcón y al final terminó cayendo por las escaleras. Se me ocurren muchas barbaridades, pero el corazón se me encoge de ver lo que sufren las mujeres en esta tierra.

 

Resulta curioso que el Evangelio del domingo hablaba de una mujer que estaba enferma y padecía flujos de sangre, su fe la llevó a tocar el manto de Jesús para quedar curada, y acto seguido Jesús iba a la casa de Jairo y resucitaba a una niña. El padre que me ha acompañado estos días, un paúl colombiano que está en Nápoles destinado dijo en la homilía el domingo, que un padre joven seguía haciendo los milagros de Jesús, ayudaba a las mujeres y a los bebés les decía, ¡tu no vas a morir! Esto lo decía por el pequeño Ronaldo y por Juan Diego. Lo cierto, es que yo hago las cosas y muchas veces no me doy cuenta del significado de lo que hago, yo simplemente me dejo llevar por el amor al prójimo, por el texto del buen samaritano, y en definitiva por el proceder de Jesucristo. Por cierto, el padre Alberto, que aunque con sus añitos, mantiene esa mirada joven capaz de descubrir a Cristo entre los pobres dice que nunca olvidará estos días a mi lado.

 

Hoy comimos en la casa después de la misa cerca de cuarenta niños, como solíamos hacer, hay cosas que ya llevan su inercia y un tiempo de lejanía no las corta.

 

Por cierto, el pequeño Ronaldo lleva tres noches conmigo, está muy bien, le han salido dos dientes y se come lo que le pongas en la boca, eso si, las noches cada tres horas se sigue despertando. Ahora que es de noche y escribo estas líneas, el pequeño duerme a mi lado.

 

P.D. Papá, siento no haberte hecho caso en esto de empezar poco a poco, pero es que cuando uno ve la necesidad delante hay que actuar, se que me comprendes.

 

“Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada”

Diego J. Plá cm

 

Diego_pla@hotmail.com

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