62  Mocomoco, 14 de marzo de 2008.

Este Dios nuestro no deja de sorprendernos:

Llevo tres años y medio en la misión entre el pueblo aymara y uno cree que lo ha vivido todo, y no, que lejos de la realidad.

Salí el día 13 de marzo de la ciudad de La Paz a las dos de la tarde y en coche, y llegué a Mocomoco el día 14 de marzo a las cuatro de la tarde tirando de un burro.

Cuando estaba en la zona de la misión entre las parroquias de Italaque y Mocomoco llegué al puente que separa a las dos parroquias y mi sorpresa es que se había caído la montaña, pero esta vez literalmente.

Hace tres años le dije a la alcaldía que el camino se iba a caer, pero no me han hecho caso. Bueno, pues me volví a Italaque a hacer noche.
A la mañana siguiente cogía de nuevo el coche y rodeaba la cordillera andina para buscar otra manera de llegar a Mocomoco, pero mi sorpresa es que detengo el auto, salgo al camino y el suelo se hundía a mi paso, lo prometo que aunque sea andaluz esta vez no estoy exagerando.
Ante ese peligro, me vuelvo a Italaque, dejo el auto, agarro lo más básico en mi mochila y a Ronaldo, y nos ponemos a caminar en la lluvia y el barro.
Tardamos hora y media, y llegamos de nuevo al lugar del derrumbe, lo cruzamos a duras penas, aquí viene la originalidad de esta aventura, y alquilo un burro, si, le digo que si me alquila un burrro, y el señor me dice que las tarifas han subido por el derrumbe, yo me río, porque por mucho que le tenga que pagar no pasará de una módica cantidad, y hay ocasiones en las que uno pagaría lo que le pidieran.
Nos ponemos en camino, y como no paraba de llover, la propia gente me dice que porqué no me vuelvo a La Paz, y yo les digo que es Semana Santa que no puedo faltar, me dan la razón un poco como a los locos.

Hemos cruzado arrollitos que ahora parecen ríos, pero no sé, me sentía muy bien, aunque la gente que me veía se reía mucho, y todos decían la misma frase, mira el padre jalando de un burro, claro que yo les contestaba con una broma, les decía que Bolivia cambia “ahora los blancos jalamos de burro, mientras los indígenas van en camión”.

He tardado tres horas en hacer el camino que me faltaba y al entrar en Mocomoco con un burro no pude dejar de pensar en el domingo de ramos, e imaginarme a Jesús entrando en Jerusalén, aunque esta experiencia físicamente ha sido con el viernes santo. Me gustaría poder explicar lo que llevo dentro, pues sencillamente siento de nuevo que Dios está presente en mi vida que me ayuda a llegar donde hay que llegar, y por muchos obstáculos que haya al final si uno quiere y con la ayuda de Dios por supuesto, se puede llegar, creo que nunca hay que perder la esperanza, y por muchos golpes que nos de la vida siempre nos podremos levantar de nuevo y seguir caminando por este calvario que es esta vida.

Por cierto el alquiler del burro me costó cinco bolivianos, medio euro.

Que Dios les bendiga

Diego J. Plá cm

“Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada”

diego_pla@hotmail.com