75 Mocomoco, 28 de julio de 2010. La luz de tu mirada dentro de mi corazón: En el último correo escribía contando que íbamos a empezar la misión permanente en toda la parroquia con misiones populares por las comunidades permaneciendo varios días en ellas.
Pues bien, ya hemos avanzado un mes de esta experiencia, y quisiera relatar lo que está suponiendo para la parroquia y para mi en particular. En cada comunidad se permanece un día entero, se comienza por la oración, para a continuación dividirnos en grupos, niños y jóvenes, mujeres y hombres, tres grupos que tratan el mismo tema la familia. Es un tema importante en cualquier rincón del planeta pero en concreto aquí lo es mucho más, pues hay muchos abusos en las parejas sobre todo hacia la mujer y los hijos. En primer lugar uno se da cuenta del nivel tan bajo de formación que tienen las mujeres, pues apenas saben leer y escribir, aunque esto dificulta
la comprensión del tema, utilizamos muchos ejemplos y dibujos para que puedan entender.
un estudio psicológico, pues muchos sólo dibujan a la madre y muy grande, o dibujan la familia pero el papá está alejado de ella, o aquellos que sólo dibujan a los animales que tienen, etc… la verdad es que la cultura aymara dista mucho de lo que entendemos en Europa respecto del tema de apegos, gestos de cariño, caricias, etc… son relaciones que desde fuera se ven como muy duras y distantes. Cuando celebro matrimonios siempre al final les pido que se den un beso, y siempre es la misma situación, no saben, por eso surgen en mi mente mil pensamientos de cómo son sus relaciones afectivas, lo cierto es que los besos, abrazos, etc… entre cualquiera de los miembros de la familia son los grandes ausentes. Después de tratar los temas tenemos un compartir, un almuerzo, en el que cada familia trae un atado de papa, chuño, oca, tunta (variedades de la patata), maíz, y un pequeño platito con huevo que se coloca en el centro de su atado, nosotros estamos poniendo un plato de atún y tomate, o fideo
con tomate, claro que es lo primero que desaparece por ser la novedad. De todas maneras siempre nos tienen preparado un plato de sopa, y de segundo arroz, y papa, y a veces no ponen algo de carne. Esta parte se me hace fuerte porque estos platos extras son sólo para los misioneros, pero bueno es su cariño. Acabada esta parte pasamos a tratar el segundo tema de la familia, o a veces pasamos directamente a repasar las contestaciones de la misa en aymara. Y al final acabamos celebrando la eucaristía.
Sinceramente esta parte es la que peor se lleva. En una de las comunidades tuvimos que quitar el hielo del coche y esperar para poder arrancar el motor porque yo pensé que el aguadel radiador estaba congelada. Ahora entiendo mucho más si cabe las pobres caras de los niños todas cortadas por el frío. Vivir en el altiplano entre cuatro mil y cinco mil metro de altura es una prueba de resistencia para el ser humano. Uno se da cuenta de la fortaleza que tiene el hombre para imponerse a la dureza de la naturaleza. Si tuviera que quedarme con una experiencia de este tiempo de misión sería la gran fe con la que celebran la eucaristía, el gran respecto y profundidad con la que la viven. Y por supuesto las miradas de los niños, unas miradas desde la pobreza y las mil vivencias duras del altiplano que iluminan el corazón de quien conecta su mirada.
Que Dios les bendiga Diego J. Plá cm “Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada” diego_pla@hotmail.com |
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