Mocomoco, octubre de 2004



Por fin logré llevar objetos para ir poco a poco amueblando la
guardería, me he propuesto ir llevando en el coche los objetos más
delicados así dejaré para el camión lo más gordo y duro porque no hay
que fiarse mucho del estado en el que lleguen. También he empezado a
entrevistar a mujeres para el puesto de cocinera, y en concreto hemos
hablado como no de los que van a ganar. En la Paz las cocineras de
guardería ganan 250 Bolivianos ( Actualmente el dólar está a 8,02
bolivianos) y como me parece una pena de sueldo voy a pagar el salario
mínimo acá en Bolivia que son 400 Bolivianos, es lo que hemos acordado
la comunidad de padres pues hablar de justicia y que nuestros
empleados no ganen el salario mínimo es un poco contradictorio, claro
que le he dicho que la plata no cae del cielo que habrá que buscarla
de donde sea. Se extrañan un poco cuando les cuento que habrá que
hacer pequeños milagros para poder comprar el alimento y encontrar la
plata para los sueldos. Respecto de la guardería me surge un problema
y es las edades de admisión. Me dicen que si pongo de 0-3 años que los
40 niños los tengo, claro que tengo muchas dudas de tener a criaturas
tan pequeñas, pues supongo que necesitaré más personal, yo creo que
debería de ser de al menos de 1-5 años. Agradezco sugerencias.

La alegría de la semana fue que abrí la inscripción para comunión y
tengo de momento porque esto no ha acabado, a 45 niños de 7-13 años
que quieren formarse para recibir la primera comunión. El sábado
tuvimos la misa de envío, muy bonita y participada con los niños, he
tenido que volver a tocar la guitarra y celebrar misa a la vez porque
no hay nadie que me ayude. Bueno tenemos una excepción, he nombrado
catequista a un chico de 14 años que me va a ayuda con toda la tropa.
Eso sí, tendremos catequesis todos los viernes durante dos años (acá
lo oficial es un año) y después de la catequesis misa. Hay que tener
en cuenta que ya tengo un grupo de 20 o más niños que vienen al a misa
diaria.

La misa del domingo sigue plena y creo que podrá aumentar, este
domingo les hablé un poco duro a los hombres (por cierto los hombres
se sientan a la izquierda y las mujeres a la derecha) Les hablé duro
digo porque centré la homilía en dos temas: el agradecimiento a Dios y
por consecuencia al prójimo, y ¿quiénes son los más pobres que nos
rodean? Y es que acá la mujer está la pobre super explotada: Trabaja
la tierra, cuida de los niños, va a vender a la plaza, hace la comida,
etc… Las pobres siempre van cargadas, cuando llevan al niño delante,
el bulto de carga detrás. Normal que las abuelitas estén como
una “alcayata” y luego aparentan mucha edad más de la que tienen.
Claro durante la homilía las mujeres estaban alucinadas y los hombres
me miraban serios y algunos agachaban la cabeza. FROILAN, una mirada que habla

La otra buena noticia fue que al finalizar la misa la junta vecinal,
osea los que cortan el bacalao, me visitaron y me expusieron sus
demandas, me dijeron que veían el gancho que tenía con los niños (es
que parezco el flautista de amelín pero en versión niños, bueno acá a
los niños pequeños se les dice achacos que en aymara significa
ratones, osea que no estoy muy lejos de amelín) El caso es que la
junta vecinal de momento hemos empezado con buen pie, ya veremos lo
que dura. Los otros padres dicen que no me fie.

El domingo por la tarde me fui a putina, que está a 30 minutos en
coche y hay una piscinade agua termal. Me llevé a los monaguillos que
por cierto, siguen creciendo en número. Ahora ya son seis. Para ellos
fue toda una experiencia, de hecho las tres horas que estuvimos no
salieron del agua. Por cierto, el tema de la puntualidad en Bolivia
voy tratando de corregirlo, yo empiezo todo a mi hora haya quien haya,
pero estos monaguillos deben de ser europeos porque los bichos están
siempre antes de la hora que les digo.

Y por último, la otra gran experiencia ha sido este lunes pues había
encuentro de catequistas de la diócesis del Alto zona norte. Me llamó
la atención la cantidad de asistentes sabiendo el extenso recorrido
que hay que realizar para llegar a la zona de encuentro. Yo llevé en
el coche a cuatro catequistas de las comunidades, ellos felices porque
tardamos cinco veces menos de lo que ellos tardarían normalmente.
Todos juntos después de las charlas de formación, bastante elementales
nos sentamos a cenar. Menuda experiencia. Colocaron un balde de
plástico en le centro del salón y cada uno se levantaba y agarraba el
mote (habas) con sus manos. Después se nos repartió un plato de sopa
arroz y papa todo junto, no estaba malo pero el arroz y la papa me
están estresando. Yo por lo menos por ser padre tuve derecho a
cuchara, pero los pobres de mi alrededor no paraban de sorber. Para
más locura, no paraban de preguntarme que les contara cosas de España,
yo no se si lo hacían “aposta” creo que no, pero como me acordaba de
nuestra cocina mediterránea. Pero la odisea no acababa ahí, ¡que va!
Venía la hora del sueño, yo de nuevo fui un privilegiado y me tocó
colchón y cama, pues muchos durmieron con colchón de paja en el suelo.
Claro que mi colchón aparte de tener un par de kilos de porquería
tenía unos muelles locos que se encargaban de no dejarte dormir en
toda la noche. Esto es la misión. Para colmo por la mañana no había
agua, el algo común por esta zona, cuando no te quedas sin agua, la
luz siente envidia y nada a usar velas. Claro que yo soy un tipo con
suerte, y el P. Rafael que debió de sufrir lo suyo colocó paneles
solares y un bidón de 50 litros. Gloria bendita.

Para finalizar decir que me he encontrado con la reencarnación de San
Francisco de Asís, es un sacerdote italiano de 42 años que camina con
sandalias (yo me muero de frío y voy con zapatos y calcetines) y que
duerme en el suelo, eso para que yo me queje. Es un hombre afable,
cercano y de Dios por supuesto, un hombre ejemplar. Con su testimonio
de vida me evangeliza. Está cerca de mi zona, le pregunté que si cerca
del Perú pues a cuatro valles tengo el Perú, y me dijo no esas
comunidades que limitan con el Perú son tuyas, yo no dejo de llevarme
sorpresas.

Un abrazo con todo mi cariño

Diego J. Plá cm