Mocomoco, 15 de junio de 2005.

De nuevo en los campos del Señor:

Bolivia era el país más pobre de América del Sur, pero ahora ya estamos a la altura de Haití después de los recientes acontecimientos vividos. Después de llevar quince días encerrado en la ciudad de El Alto, andaba como loco de ganas por estar de nuevo en Mocomoco, por ver a mis niños. He aprovechado estos días para leer y para replantearme mi trabajo en la misión. También aproveché para arreglar el coche pues le notaba un tanto raro, y tanto, tenía rotos los dos amortiguadores traseros, esto es para hacerse una idea del trote al que someto al coche y a mis riñones de paso. Pero así es la vida del misionero, lejos de las comodidades del primer mundo.

En primer lugar me detuve en Italaque, pues visto lo visto, que no va a venir ningún sacerdote en mucho tiempo, me tendré que ocupar de las dos parroquias, es decir, de unos 16.000 habitantes, divididos en 75 comunidades, casi ná. He visitado la parroquia y he hablado con las cuidadoras de la guardería, estaban al límite en el tema de alimentos, excepto un poco de arroz y azúcar. Se han alegrado de que les haya traído carne y demás alimentos. Después de ver que todo andaba tranquilo he ido a Mocomoco, cuando estaba llegando se me aceleraba el corazón, pensaba, ¿me estarán esperando los niños como han hecho hasta ahora durante este año? He llegado y me encontrado con tres madres, he parado a saludarlas y de repente a lo lejos se escuchaba que gritaban, ¡el padre ha venido! Y una de las madres ha dicho ¡ahí están sus hijos! Y en segundos me encontraba de nuevo rodeado por mis pequeños angelitos. Al principio me miraban y estaban como distantes pero en cuanto les he dicho que sino me daban un beso, nos hemos abrazado todos, que bonito sentir el cariño de aquellos que te esperan y te quieren y no llevan tu propia sangre, pero son tu familia, tus hermanos. He mandado comprar pan y con el dulce de leche hemos cenado todos en la casa que estaba repleta, he tenido que comprar 50 panes para que pudiera alcanzar. Me encanta que mi casa esté abierta para mis hermanos, sin formalismos ni nada por el estilo, una casa de todos y para todos, donde lo que tenemos, lo mucho o lo poco, lo compartimos. Después les he puesto una película en la iglesia y ahí querían que me sentara a su lado, me han abrazado y de nuevo hemos experimentado la alegría de estar de nuevo juntos.

Hoy ha sido un día dedicado a los niños de la guardería, repartimos el desayuno escolar y después me puse a jugar con los niños. Les he traído unos juguetes de segunda mano y unas pelotas de fútbol de goma espuma con las que no nos hiciéramos daño, y hemos jugado hasta quedar sin respiración, claro que ha esta altura uno se queda sin respiración pronto. De nuevo estar rodeado de ellos y jugando como un niño más uno experimenta la paz en medio de tanta miseria y pobreza, es como si en vez de estar Bolivia uno estuviera en un lugar parecido a como debe de ser eso que llamamos paraíso. A lo largo de la mañana he revisado la despensa para poder ponerla un poco en orden, y sobre todo para que durante un mes los alimentos no falten, pues uno en este país no sabe cuando de nuevo van a empezar los bloqueos y los enfrentamientos. Hay que estar prevenidos porque yo no quiero jugar con la comida de estos niños, es demasiado sagrado como para que estén expuestos a los vaivenes del país o de los políticos. Quizá pretenda hacer un oasis en medio del desierto, pero ¿cierto que existen verdad?

A la tarde con los niños del pueblo hemos lavado todo lo que estaba sucio de la casa, y los hombrecitos han trabajado en el jardín, arreglándolo un poco y preparándolo para que la semana que viene podamos colocar el tobogán, el columpio y el sube y baja. En este pueblo la virtud de la gratuidad dicen que no existe, pero estos niños trabajan en mi casa sin pedirme nada a cambio. Eso sí, saben que yo siempre les voy a dar alguna chuchería o algún detalle, en esta ocasión de las tres maletas que me traje de Madrid dos eran con ropa para niños de lo que había sobrado del festival misionero que organizan los laicos de San Matías. Pues bien, yo no sé como ha sido pero hemos repartido ropa para cerca de cincuenta niños. Lo que más me gusta y lo que a la vez más me duele en el corazón es cuando te dicen ¡gracias padre! con una sonrisa en la boca. Y digo que me gusta por ver sus miradas y sus caras, y me duele porque es poco lo que les estoy dando, siempre de nuestras sobras. Después hemos estado ensayando cantos para la misa con los nuevos cancioneros que preparé los días de los bloqueos. Hemos celebrado la misa, pero una misa con vida, ¿saben a lo que me refiero? De esas que estás a gusto, que te sientes en paz, que cantas porque te sale del corazón, que escuchas la Palabra de Dios porque en verdad te está transmitiendo una palabra de esperanza para la vida de cada uno, que te das la paz con enormes sonrisas en las caras y que al final sales rodeado de niños por todas partes peleándose por darte la mano. No sé lo que es salir por la puerta grande de las Ventas, pero sé lo que es salir de la iglesia escoltado por los preferidos de Dios. Me gustaría tanto que pudieran experimentar esto.

Ayer tuvimos el encuentro de catequistas de la zona durante todo el día, vinieron 38 catequistas representando a sus respectivas comunidades. El día fue intenso, tratamos el tema del proyecto de ganado, seguimos dando pasos no tan deprisa como yo quisiera pero se avanza. También revisamos los encuentros de formación a los que han acudido y los encuentros de vicaría, y por último tratamos dos temas: la preparación de la fiesta de la parroquia y las visitas a las comunidades. De la fiesta decir que el 29 de junio es San Pedro y San Pablo, y como la parroquia se llama San Pedro de Mocomoco pues que mejor que preparar una fiesta. Tendremos un torneo de fútbol que durará dos días, un concurso de bailes autóctonos durante una mañana, los premios para ambos eventos serán una llama, un cerdo y una oveja para los primeros puestos, evidentemente regalar trofeos no tiene ni pies ni cabeza. Acabaremos con la misa y la procesión, claro que también hemos preparado fuegos artificiales y un desayuno para todos los asistentes. Es la primera que se va a realizar una fiesta de estas características y los catequistas estaban muy ilusionados, claro que tengo que decir que no es idea mía, sino que la he copiado del P. Francis en la fiesta de su parroquia.

Hoy domingo de nuevo ha sido un día intenso y bonito, en primer lugar marché a Italaque para celebrar la misa y acto de seguido vuelta a la parroquia. De nuevo ver la iglesia llena y participando con respecto y devoción es algo que te llena de ilusión. Hemos preparado una ensalada de verdura y patata para los niños y hemos comido en mi jardín, me preguntaron que si nos íbamos a la piscina y claro, yo no sé negarme a las peticiones de estos niños. Claro que antes he tenido que ir a pedir permiso a varios de los padres de estos niños, me hace gracia esto porque me recuerda cuando yo iba a papá o a mamá a pedirle me dejaran ir a algún sitio y cómo recurríamos a uno de los hermanos para que intercediera, los papás en esta ocasión todos de acuerdo. Hemos estado un grupo de veinte niños y ¿cómo decirlo? que hemos pasado una tarde en familia muy bonita.

Mañana marcharé a La Paz para terminar de una vez de amueblar la guardería y para visitar a unos médicos pues uno de los niños de la guardería creo que es epiléptico, tiene un años y medio ya le han dado un par de ataques y esto no hay que dejarlo pasar. Esperemos que este martes no empiecen de nuevo los bloqueos porque hay aviso de volver a liarla, esperemos que no sea así.

Unidos en la oración

Diego J. Plá cm

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